EL TÚNEL DE LAS LÁGRIMAS

 

Estaba justo enfrente del asiento sobre el que descansaba un libro olvidado: «El túnel». Pensé en la correlación entre título y tránsito presente.

Alargué mi mano al tiempo que iniciaba el gesto de recogerlo cuando alguien con la rapidez de una nave interestelar sujetó mi brazo al grito de: 

—¡Es mío! 

Apenas entoné una disculpa mientras el individuo regresaba junto a la mujer que esperaba la continuación de la discusión ejecutada a pleno pulmón desde el otro lado del vagón. Gritaban, zarandeándose mutuamente. Desde un rincón una niña lloraba.

Solo pude pensar en la metáfora que representaba el túnel por el que transcurren todas las miserias de la vida.

En ese momento y sin poder apartarme de la figura de la niña pensé que era el llanto más triste que jamás había visto en mi vida. Sentí aquel llanto como la más triste contemplación de todo lo pasado por mi existencia.

No pude apartar la vista de la niña.

El tren se detuvo en la siguiente estación ignorando los gritos silenciosos de la pequeña.

… Y la vida siguió su curso como si nada ocurriese, como si nada pasara...









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