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Mostrando entradas de mayo, 2024

«EL NÚMERO MARCADO NO EXISTE O ESTÁ FUERA DE COBERTURA»

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  #Microrrelato El teléfono resuena impenitente en la oficina de un dios al que se accede con un número cuando menos sospechoso: seis ceros iniciales, le siguen seis seises, y, a estos, le suceden otros seis ceros: señal impertérrita de «comunicando». Truenos, rayos, centellas… la noche en que la tormenta dio paso a que, por fin, ese distraidísimo señor de las alturas, descolgara por fin la llamada para colgar a continuación con un exabrupto:  —¡Esto es un infierno!

LA LLAMADA

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¡No estés triste princesa! ¿Dónde había ido a parar esa voz que en las ocasiones en las que ella se veía desbordada acudía en su auxilio y, con las cuerdas fuertes de sus brazos, extraía del infausto pozo donde caía cada vez más a menudo, secuestrándola, y, trayéndola de nuevo a la luz? Odiaba el ruido del teléfono… Ese artefacto siempre portador de algo inquietante, removedor, perturbador… Una llamada cambiando de lugar los asientos de una vida… Aquel día podría haber sido uno de tantos, pero el puto teléfono que no paró de sonar hasta dar con ella, fue el responsable de la tiniebla que cubrió el resto de su existencia… ¿El teléfono? Siempre se lincha al cartero…el teléfono solo era el vehículo que pasaba la información; el «hecho» es lo macabro, no quien lo difunde. Cuando aquella mañana el operario de telefonía se presentó con su maletín y, comenzó a examinar cable por cable, habitación por habitación hasta revisar la casa entera, ella, sintió que de nuevo la tragedia se a

EL MAR QUE NO HABITO

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  Que el mar no vea mi rostro. Que el mar no pueda ver mi cara, mis ojos, Que no escuche mi llanto, que no vea, que no sepa de mí. Que no pueda apercibirse de mi enamoramiento hacia él, Que no sea capaz de extender su brazo de espuma y alzarme en volandas, depositarme en su tálamo, hacerme su esposa. Libre me quiero, Libre lo quiero a él. Libre para cantarme al oído la melodía emergente de su fondo a la que el enjambre que lo habita le pone letra. Libre mar, libre soy en mi escondrijo de arena y espuma. No me mires, No borres mi rostro con tu espuma de plata, Enamorada de ti, Quiero la contemplación eterna que mi máscara oculta.

EL TÚNEL DE LAS LÁGRIMAS

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  Estaba justo enfrente del asiento sobre el que descansaba un libro olvidado: «El túnel». Pensé en la correlación entre título y tránsito presente. Alargué mi mano al tiempo que iniciaba el gesto de recogerlo cuando alguien con la rapidez de una nave interestelar sujetó mi brazo al grito de:  —¡Es mío!  Apenas entoné una disculpa mientras el individuo regresaba junto a la mujer que esperaba la continuación de la discusión ejecutada a pleno pulmón desde el otro lado del vagón. Gritaban, zarandeándose mutuamente. Desde un rincón una niña lloraba. Solo pude pensar en la metáfora que representaba el túnel por el que transcurren todas las miserias de la vida. En ese momento y sin poder apartarme de la figura de la niña pensé que era el llanto más triste que jamás había visto en mi vida. Sentí aquel llanto como la más triste contemplación de todo lo pasado por mi existencia. No pude apartar la vista de la niña. El tren se detuvo en la siguiente estación ignorando los gritos silenc