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CÉFIRO #Microrrelato

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  Tierra de impetuosos vientos, no llegó a experimentar la calma que ostentan los días soleados. Sentí la brisa en mi rostro. Sentí que la brisa asentada en los rostros ajenos que me rodeaban bordeaba un mar de inmensas nubes. Quizá era el camino hacia el sol.  Quizá…

EL COSTE DE LOS DÍAS SIN SOL

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  No extrañéis dulces amigos que mi frente esté arrugada. Mi espalda cual acordeón anudada al corazón de una tierra desierta de manos ayudantes. En el olor de un último abrazo, aprendí a decir «No». Nudos que embargan el consuelo de un contacto. Lágrimas empolvadas en un desván de cobardía. En la tarde olvidé el coste de la cuesta. Llegó otra estación con empacho de días sin sol. Las nubes arrojaban una legión de cuervos que en vuelo rasante se estrellaban contra el suelo provocando una explosión de desamparada negrura. Mientras, mi piel apergaminada no aparecía en el espejo.

INTUICIÓN

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  La intuición carente de razón, inventa un posible acontecimiento que, se dará en razón de la sinrazón, al ser esta última, la razón primera de la intuición. —¡Qué razón tienes Clotilde!... Sin ir más lejos, ayer, mientras miraba el cielo vi una nube que corría tras un perro…y seguidito pensé:  «Intuyo que, si da caza al perro, lloverá a raudales»,  ¡Mira la que ha caído!,  empapaíto  hasta los huesos llego con los pies anegados en sendas piscinas y la ropa pegada a la osamenta… a mí la intuición nunca me falla. —Pues a ver qué dice tu olfato sobre esa afición a lanzarte en paracaídas. ¿Has preguntado a esa facultad clarividente tuya si en alguna ocasión el artefacto pueda llegar a fallar? Mira, a mí es que me gusta anticiparme a los acontecimientos y si he de ser viuda que no me pille el toro; es conveniente tener las cosas de la intendencia bien atadas. Por lo demás, puedes seguir adivinando el futuro, total, si no se cumplen tus designios al menos andarás entretenido en esas lides

LOS PARADIGMÁTICOS ASIENTOS COMPARTIDOS

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Sobre el escenario a merced de dos focos que proyectan su haz de luz sobre ellas, aparecen inclinadas hacia el cometido para el que fueron diseñadas dos sillas de madera de pino, rústicas, aparentemente sencillas pese a la misión que de ellas ha de derivarse. El muro se niega a ser cómplice y ofrece su lienzo como espejo del haz de luz; rehúsa proyectar la sombra de los asientos. Dirigidos desde la sombra una voz en off guía a los futuros ocupantes de sendos tronos. El primero se acerca temblando mientras va ganando los peldaños que le llevan hacia el que con toda probabilidad será su último asiento. El segundo avanza con la cara iluminada por una sonrisa de resignación traída quizá por azar o para ser precisos por acontecimientos que, el universo intenta en unos casos ordenar, desordenar en otros, sobre el puzle diabólico de la absurda trama que les ha trasladado hasta este proscenio. Cuarenta años ya desde el día en el que sonaran las trompetas anunciadoras de una paz de papel. De p

NO ES MÚSICA TODO LO QUE RELUCE

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  Estaba justo enfrente del lado opuesto a la salida cuando las puertas se abrieron y, el hasta entonces vagón poblado de robóticas figuras silenciosas, absortas en los infernales destellos de sus pantallas, se abrió paso la música de una pequeña banda local que, inusualmente visitaba la ciudad con el fin de animar a su equipo deportivo enfrentado hoy a un claro y superior rival. No entiendo nada de himnos y banderas, mi analfabetismo deslustrado en estas materias no me permitía ubicar al grupo, pero ¿Qué importancia podía tener eso? Mis posaderas tomaron sin permiso posesión de mi esqueleto y comenzaron a balancearse a su antojo, dicho queda que, de forma totalmente automática, y, como quiera que sea que aquel gaznápiro integrante de la banda debió tomar la cadencia de mi grupa como signo de provocación, posó su mano sobre mi anca mientras aplicaba un refriego de forma circular como si quisiera sacarles brillo. Al igual que mis caderas se habían movido como un acto reflejo, mi mano en

DARK EYES

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Ojos del olvido Miran hacia atrás, Un ciego vigila, Ve su futuro. #MicroEnDocePalabras

EL JARDÍN DE LAS AMEBAS

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  Cuando llegó a aquella ciudad no tenía un plan claro sobre el cual sustentarse; a que se dedicaría, por dónde empezar. Caminaba descalzo enlazando calles, hasta que, se dio de bruces con un cartel mal escrito con el siguiente anuncio: «Se necesita predicador para los sábados noche». Y, es que, son las cosas las que nos encuentran a nosotros y no al revés. Encaminó sus pasos hacia la puerta raída por el paso de los siglos. Se disponía a llamar cuando ésta, como si detectara al visitante, se abrió ante su presencia. Al fondo del local una señora con más años de los convenientes para ejercer el oficio, la dura tarea del fregoteo y consiguiente recogida de inmundicias desperdigadas por mesas, asientos, suelos…intentaba dar lustre a aquel desvencijado mobiliario a golpe de bayeta. —Buenos días. —Saludó. —Buenos días. Está cerrado. —Contestó la barredera. —La puerta estaba abierta. —Puede, pero aquí no hay nadie, solo yo. —He entrado por el cartel que hay en la puerta. —Pues venga usté d

KoKoNDioS. #Microrrelato.

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  En el surrealista cine de  KokonDios , una escena presenta al niño que, tal vez está preguntando con su mirada acerca de su hipotético futuro. Libre de cuernos, de lana, de no saber a quién venerar... ¿Quién soy?  ¿A qué he venido? Cicatrices imantadas.   * Microrrelato creado a partir de una imagen de  Jono Dry.

¡MAMÁ!… ¡SE ME HA QUEDADO AGARROTÁ LA L5!

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  Vigilio pasaba la mitad del día pegado a la mirilla de la puerta de calle. Su madre que no entendía esta nueva manía le gritaba desde la cocina: —«¡Vigi! ¡Ven a ayudarme a pelar patatas! Pero, es que Vigilio tenía una razón de peso, de mucho peso, más que de peso, de una urgencia perentoria como era la del fornicamiento, y, si se pasaba media vida de vigía, era, por detectar cuando Adelaida la del tercero derecha subía la escalera para atajar la subida a fin de cambiar el ascenso de la interfecta por escalación de índole más prosaica. Llegado el momento de la conquista —nada difícil por la clara predisposición que mostraba la del tercero—, allí mismísimo, sin que mediara preámbulo alguno se entregaban en cuerpo, que no en alma, al digno arte del apareamiento… —¡Ayyyyyyyyyyy! —¡Qué coños te pasa! ¿Tenía que ser en este preciso momento, cuando mi marido está a puntito de entrar por la puerta? —¡La L5!, ¡La L5!, ¡Socorrooooo! ¡Llama al samur, a los bomberos, a la benemérita, a salvament

LA ESTACIÓN ESCARLATA

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  Estaba justo enfrente del cartel anunciador de la próxima parada. Una hora absurda como todas las del amanecer de principios de una semana más, otra improductiva semana. Día a día vagando hacia la esclavitud de un mal entendido sobrevivir a base de dejar la impronta de la propia existencia. No me miró. Clavó su daga sobre mi escápula de la que acto seguido emergió un río escarlata buscando desembocar en el mar de mis pies. Mientras caí al suelo solo pude pronunciar su nombre. La megafonía anunciaba: «Por motivos de seguridad este tren no realizará parada en la próxima estación».

«EL NÚMERO MARCADO NO EXISTE O ESTÁ FUERA DE COBERTURA»

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  #Microrrelato El teléfono resuena impenitente en la oficina de un dios al que se accede con un número cuando menos sospechoso: seis ceros iniciales, le siguen seis seises, y, a estos, le suceden otros seis ceros: señal impertérrita de «comunicando». Truenos, rayos, centellas… la noche en que la tormenta dio paso a que, por fin, ese distraidísimo señor de las alturas, descolgara por fin la llamada para colgar a continuación con un exabrupto:  —¡Esto es un infierno!

LA LLAMADA

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¡No estés triste princesa! ¿Dónde había ido a parar esa voz que en las ocasiones en las que ella se veía desbordada acudía en su auxilio y, con las cuerdas fuertes de sus brazos, extraía del infausto pozo donde caía cada vez más a menudo, secuestrándola, y, trayéndola de nuevo a la luz? Odiaba el ruido del teléfono… Ese artefacto siempre portador de algo inquietante, removedor, perturbador… Una llamada cambiando de lugar los asientos de una vida… Aquel día podría haber sido uno de tantos, pero el puto teléfono que no paró de sonar hasta dar con ella, fue el responsable de la tiniebla que cubrió el resto de su existencia… ¿El teléfono? Siempre se lincha al cartero…el teléfono solo era el vehículo que pasaba la información; el «hecho» es lo macabro, no quien lo difunde. Cuando aquella mañana el operario de telefonía se presentó con su maletín y, comenzó a examinar cable por cable, habitación por habitación hasta revisar la casa entera, ella, sintió que de nuevo la tragedia se a